A 7 cm del vuelo…

Instalada a veinte centímetros, casi rozando el verano de anhelos, susurro sortilegios para ahuyentar temores y curioseo entre los arbustos. Juego con la madeja de hilos por trenzar, y una vez más, me sorprende la coloración infinita de sus matices. Las hebras tornasoladas sonríen y se enredan entre las yemas cantando ensalmos, invitándome a recorrer perfiles de un color verde intenso. Los transito reposadamente, acaricio el contorno y me encuentro dibujando deseos anudados en los momentos por vivir. Un estremecimiento despierta la piel dormida. La calidez de la palma que cubre, por un instante, el mapa de mis augurios, me recuerda un tiempo pretérito. No sé si debería salir de entre los arbustos, cruzar los veinte centímetros que me separan de Céfiro y explicarle el mapa que señala las primaveras por consagrar. Me sitúo en el trampolín de la propuesta, a siete centímetros del vuelo…