Caminar entre bullicios

Camino entre el bullicio incesante del hilo que señala y anota los rastros marcados, entre los colores que habitan mi vida y las formas de una cartografía que, a veces, no me permiten el instante preciso del silencio. Sí, ese blanco en el que abocarse y verter las aguas que cubren y desbordan las pieles. La mía y la tuya. No localizo entre la dermis ese yo enajenado de las hebras que tejen el día a día. La tuya y la mía. Busco ese ápice onírico que quedó prendido entre los alfileres del dique que contiene al río adormecido, soñoliento entre las manos de céfiro. Un soplo, con tan sólo una exhalación del dios griego todas las primaveras despertaran alborozadas y alegres. El torrente rebosará entre sus palmas, entre el hueco infinito de las líneas marcadas en las sombras. Desde la atalaya de la hebra que me sostiene espío cada uno de sus movimientos. Me acerco con sigilo, sonrío e intento saltar entre el ruido del invierno pasado y el verano porvenir. Tomo aliento. Exhalo aire. Soplo.