Ciclos de Saturno

La memoria, a veces, confunde edad y años. Siempre voy con retraso, no puedo evitar descontarme, nací en diciembre. Acabo situándome por personas, situaciones y lugares. La vivencia del primer ciclo de Saturno fue el año que crucé el umbral para situarme ante una imagen colgada en una pared blanca. No entendí nada. En ese momento verbalicé -no sé muy bien porqué – que yo algún día colgaría mis imágenes en las paredes. Estaría allí sin estar. Me pareció algo maravilloso. Ese mismo año, mes o día escribí en una libreta -que todavía conservo- que “era una artista sin saber porqué”. Esa interrogación desde entonces me persigue. Quizás me gustan las preguntas sin respuesta. Puede que haya preguntas sin respuesta. A veces, sólo a veces, ni te preguntas. Saturno ha dado toda la vuelta, salimos del segundo ciclo vivido. Son más de treinta años. Me queda la risa, las preguntas, los lugares y las situaciones. Hoy transitaba, por una de las miles razones por las que camino por la ciudad que acogió un naufragio, cámara en mano, retratando lugares. Y estaba situada delante de un lugar de mi memoria sin estar, un paso adelante. Me detengo. Un paso hacía atrás, ayer hablé de él. Era aquí, sí, fue mi lugar favorito del silencio y la calma. De la piedra y el verde. De la cura. Estar sin estar. El espacio detenido, la mirada perdida, el no-lugar. Hoy Saturno comienza su retorno y se va, rompo el cristal y se cae el líquido que impregna el vestido rojo. Pero fotografío el lugar y sigo mi camino. He colgado imágenes en paredes blancas y… las volveré a colgar. Las preguntas… siempre me acompañan. He descubierto que me gustan. Son treinta años más.