Entre días y verosimilitudes

Ando algo despistada, los días se me confunden, los lunes suelen ser sábados y los martes domingos. Aunque a veces, los miércoles son sábados, el domingo ha desaparecido y se ha convertido en martes… Así hasta el finito, intentado atrapar las combinaciones que se pueden hacer con el calendario gregoriano. El tiempo de vida no se corresponde con la convención. Tampoco con el reloj. Ese instante eterno o los años fugaces, los días cambiados, la mirada perdida, el sueño por llegar, tan real y palpable que lo puedes acariciar detenidamente. Ayer me imaginaba con todas las contradicciones posibles, ese ser de fuego de la lágrima frágil, caminando entre itinerarios marcados, desvíos posibles, fascinaciones y saltos al vacío. En realidad he acomodado el calendario a ese caminar errático, singular, raro e incluso a veces inverosímil. Me detengo entonces en el término inverosímil, ya sabéis que me gusta jugar con las palabras. Inverosímil es lo inverso de verosímil y, por supuesto, busco en el diccionario a donde me lleva verosímil. Es algo que tiene apariencia de verdad o, creíble por no contener falsedad. O sea que inverosímil no tiene apariencia de verdad y tampoco es creíble. ¿Qué hago entonces deambulando por lugares inverosímiles? ¿Ya me he vuelto a perder? Me río en sordina. Que no tenga apariencia no significa que no sea verdad, que no sea creíble no significa que no sea real. Sigo mi camino hacía un sábado que será lunes y seguiré despistada esperando tu encuentro.